Hace falta un Monseñor como un Ricardo Valenzuela que sin duda les hubiera puesto en su lugar a cada uno de ellos, era uno de los tantos comentarios de quienes han peregrinado hasta Tupasy Paso para además de agradecer algún favor o pedir otro, escuchar una homilía muy discreta y sencilla, sin abordaje o requerimiento al buen uso de la política que deba obrar en la búsqueda del bien común, han decepcionado a muchos en plena misa central.
Pero en vista a que se encuentran en la necesidad de culminar el santuario erguido en honor a la patrona de la comunidad itapeña, todo silencio es más que necesario, evidenciando así, una falsa moral que manifestando de boca llena el amor de madre como la de la Virgen, pretenden hacer uso de fondos cuyo origen es sabido y que sin duda hubiesen tenido mejor utilidad al envés de un templo que sólo servirá para que en la festividad en primera fila tengan a los corruptos de turno.
Tan permisiva, tan apática, tan falsa y cómplice se ha convertido la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo con este actuar que so pretexto de ofrecer un mejor lugar a quien siempre ha sido venerada en un santuario natural y desde 1954, en la actualidad se mantienen al margen de la empatía tan requerida en tiempos de pandemia. Quien debería dar ejemplo, es la que deja mucho que desear y es todo un pueblo el que anhela cambios significativos.
